Por: Orenis Lorenzo Moreno.
Fue un treinta de diciembre, del año 2011, eran las dos de la tarde cuando recibí una llamada al celular de mi tía Isabel, la cual me informó que el vehículo se había detenido sin razón alguna, me dice que está en el puente Duarte, como si fuera en dirección hacia Boca Chica.

Para
llegar al lugar donde se encontraba mi tía, coja una guagüita de concho ruta
40, mientras iba en el camino pensando ¿qué estaba pasando?, me fui lejos
analizando la situación, sin saber cuál iba ser mi destino final ese día.
Llego
a la parada como a las 2 y media, un sol radiante iluminaba la tarde, cielo
azul, nubes blancas, sin saber que éstas iban hacer nubes grises para mí. Me
desmonto, sin pensarlo dos veces, antes de cruzar la 27 de febrero, le cruzo por delante del vehículo que me
transporto cuando de momento solo escucho el grito de las gomas cuando ya la tenia encima.
Solo
mire a mano izquierda, cuando venia una guagua de las que van de la capital
hacia boca chica, al frenarme encima, reaccione de manera defensiva saltando y
cubriendo el cuerpo en especial mi cabeza, con mi brazo, el cual fue
impactado a una velocidad aproximada de 60 kilómetros por hora.

Finalmente
una ambulancia pudo hacer su función y me recogió desangrándome, en medio de
una multitud de personas que no sabían si llevarme, o dejarme en el medio de la
calle, al “Hospital Dario Contreras” a las 3:20 pm, mis lagrimas eran cada
vez más intensas, pensando en la universidad y en lo desconocido que me podía pasar
con mi pierna.
Fue
el día dos cuando me llevaron a mi casa, mi recuperación fue lenta al ser operado nuevamente en febrero para instalarme un clavo centro medular o expansivo. Durante nueve
meses hasta septiembre “con un bastón” decidí terminar las ultimas materias que
me faltaban. tengo a bien decir que mi recuperación fue satisfactoria y no quisiera que algo así le pasara a nadie mas.
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